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CULTURA DE PAZ Y NO VIOLENCIA: ACCIONES SIGNIFICATIVAS DESDE LA UNIVERSIDAD

  Dra. Maritza del C. Ávila de S.
Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín, URBE
maritza.avila@urbe.edu.ve

Miembro de Comité en la Maestría en Gerencia Educativa. Investigadora PEII.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la paz significa algo más que la ausencia de la guerra y de conflicto, es un concepto dinámico que debe considerarse en términos positivos. Además, se estipula que la presencia de la justicia social y la armonía, la posibilidad de que los seres humanos realicen plenamente sus oportunidades y gocen del derecho a una supervivencia digna y sostenible. Se requiere en términos más amplios de un modelo holístico de la paz, como lo plantea Jares (1991), una paz integral democratizada que puede vivirse como un concepto, una meta y un proceso activo, dinámico, creativo con repercusiones directas en nuestra vida cotidiana.

Según el movimiento a favor de una edificación de una Cultura de Paz, se ha creído y diversificado desde mediados del siglo, las líneas de acción que han comenzado a tener perfiles nacionales y vida propia. Su alcance ha sido muy variado, destacándose dentro de estas organizaciones sectoriales de mujeres, jóvenes, investigadores, ambientalistas, activistas de los derechos humanos, educadores y líderes eclesiásticos y comunales.

En el espacio de las cumbres mundiales se ha acentuado la Cultura de Paz como movimiento y visión compartida, según lo expresado por Lemimeur (1996). La propuesta transformadora y transdisciplinarìa del reciente movimiento “Hacia una Cultura de Paz” promovido por la UNESCO (1995), se apoya en un concepto integrado que abarca las esferas de la educación, la cultura, la ciencia, la tecnología y la comunicación. Cobijados bajo este movimiento–visión, la UNESCO ha destacado el enorme poder y deber ético de la sociedad civil, los municipios, los sectores religiosos y los medios de difusión masiva en la promoción de un espíritu de comunidad para la creación de” la paz nacional” y “zonas de paz”.

Los programas nacionales de la Cultura de Paz de la UNESCO (1993-1994) se fundamentan en el principio de participación y concertación, acentuando los diversos métodos de resolución de conflicto. No ha sido casual que el movimiento de Cultura de Paz haya sido pionero de países que han iniciado procesos de reconciliación como Burundi. Mozambique. El Salvador y Nicaragua.

A mediados de siglo, a raíz de la iniciativa del Plan de las Escuelas asociada a la UNESCO, surgen otros proyectos innovadores, dando paso a métodos, materiales e intercambio pedagógicos siendo iniciativa del programa UNITWIN y las cátedras UNESCO, creadas durante la presente década en los ámbitos universitarios, tales como, la “Catedra de Educación para la Paz” originada en 1996 mediante un convenio en Río Piedra de la Universidad de Puerto Rico. La resolución 5325 de 1998 proclamó el periodo 2001-2010 como decenario internacional de una Cultura de Paz y no Violencia para niños y jóvenes del mundo.

El profesor universitario no es solo poseedor de conocimiento y reconocida trayectoria profesional sino que se apoya en dichos conocimientos técnicos, plenos de pedagogía y academia para hacer llegar el conocimiento al estudiante, está en la responsabilidad dentro de los entornos universitarios de estimular en éstos, la reflexión ante temas como valores, convivencia, derechos humanos y la paz (Ávila, 2015).

Este planteamiento anterior se corresponde con el artículo 3 de la Ley Orgánica de Educación (2009) que establece uno de los principios de la educación nacional, la formación de una cultura de paz; coincidiendo con el artículo 15, referido a los fines de la educación, que en su párrafo 4 plantea el fomento del respeto a la dignidad de las personas y la formación de transversalidad a través de valores éticos como la tolerancia, justicia, solidaridad, paz, respeto a los derechos humanos y la no discriminación. Por tal razón se hace necesario y obligatorio que en las instituciones educativas se consolide la cultura de paz como política programática, siendo los docentes los llamados a conocer, promover y ejecutar acciones en pro de la paz por las implicaciones sociales y de ciudadanía que posee.

Cabe subrayar que, según UNESCO (1997), la educación superior no es un simple nivel educativo, en este difícil periodo signado por una cultura de guerra debe ser la principal promotora en nuestra sociedad de la solidaridad moral e intelectual de la humanidad y de una cultura de paz construida sobre la base de un desarrollo humano sostenible, inspirado en la justicia, la equidad, la libertad, la democracia y el respeto pleno de los derechos humanos. La apertura y el diálogo son los medios, la paz, la democracia y la seguridad, los objetivos para lograr un futuro que refleje lo mejor de las diversas culturas, las distintas regiones y las condiciones humanas que compartimos.

Según el artículo 1 de la Constitución de la UNESCO, como organización se propone contribuir a la paz y a la seguridad, estrechando mediante la educación, la ciencia y la cultura la colaboración entre las naciones con el fin de asegurar el respeto universal a la justicia, a la ley, a los derechos humanos y a las libertades fundamentales que sin distinción de raza, sexo, idioma o religión, la carta de las Naciones Unidas reconoce a todos los pueblos del mundo. Vale la pena preguntarse: ¿qué están haciendo las instituciones universitarias para que prevalezca la paz?

Cabe destacar algunas actividades que viene desarrollando el Decanato de Investigación y Postgrado de la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín; quien cuenta con el apoyo de sus autoridades ante este tipo de actividades, desde el Rector Fundador Dr. Oscar Belloso Medina, el Nuevo Rector Dr. Oscar Belloso Vargas, el Vicerrector Académico Dr. René Jesús Aguirre, el Decano de Investigación y Postgrado Dr. Miguel Ángel Robles, la Directora del Centro de Investigación Dra. Sila Chávez, la Coordinadora saliente Dra. Ruth Toro y el actual coordinador Dr. Giannantonio Raspa de la Maestría en Ciencias de la Educación, mención Gerencia Educativa, donde a través de la catedra Cultura de Paz y no Violencia orientada por la Dra. Maritza Ávila se han generado acciones a través de la radio 96.3 URBE Fm, en el programa de los sábados “Te lo cuento “y de los jueves “El Show de los Guapos” con el objetivo de proyectar temas relevantes en pro de la Cultura de Paz, los medios de comunicación y su importancia en la difusión de la paz como función social de estos, los valores universales, la convivencia y los derechos humanos como aspectos clave para dicha proyección.

Asimismo, se efectuó la divulgación e interacción de los temas antes mencionados en todos los espacios donde convergen estudiantes, docentes, personal administrativo y obreros de dicha casa de estudio. En dicha Jornada Académica, Ávila (2015) expresó que la paz es el reflejo de lo que en tu interior hay, por ello se debe cultivar el amor, la fe, la humildad y la justicia. La Cultura de Paz según la UNESCO (1999) está vinculada intrínsecamente a la prevención de la tolerancia, la convivencia y la solidaridad cotidiana.

La Cultura de Paz es una tarea a largo plazo, que debe tomar en cuenta el contexto histórico, político, económico, social y cultural en el que viven los seres humanos. Dicha cultura se aprende, se cultiva y se practica a diario en la familia, la ciudad, la religión y el país en el que se vive. La paz no es un proceso pasivo, sino activo; se tiene que desear, promover y conducir, lo cual concuerda con el planteamiento de Ávila (2015) cuando comenta que la convivencia es foco de proyección de la paz y solo se alcanza a través del entendimiento mutuo, la comunicación, la amistad sincera y el servicio desinteresado al prójimo.

La educación se perfila como eje fundamental de todos, acción en pro de la paz, he allí la enorme responsabilidad y reto de sensibilizar a todos los que conviven en esos espacios, para garantizar los derechos y libertades de todos, coincidiendo con lo expresado por Delors (1996) al ratificar la importancia de los cuatro pilares del saber: “aprender a aprender”, ”aprender a hacer”, “aprender a ser” y “aprender a convivir”, muy a propósito con la expresión de Ávila (2015), cuando demuestra que solo se puede propiciar paz cuando se disfruta internamente de ella, estimulando a todos a experimentar la plenitud de tan maravillosa vivencia.

 

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