Por su concepción la contaduría pública constituye una profesión poseedora de un rico acervo de conocimientos al mismo tiempo que logra un reconocimiento general dado a su responsabilidad de servir y contar con la confianza del público, guiada por diversas normas de admisión, por lo tanto, la falta de ética por parte de un contador puede originar una aptitud negativa del público hacia estos profesionales.
En tal sentido, en la práctica profesional es esencial tomar en cuenta ciertos estándares de conducta para ejercer la profesión, ya que el comportamiento del contador debe ser intachable en el ejercicio profesional y el mismo no debe tener intereses ajenos a los profesionales, ni estar sujeto a influencias susceptibles de comprometer tanto la solución objetiva de los asuntos que le son sometidos, como la libertad de expresar su opinión profesional, asimismo, debe ser honesto y sincero tanto en la realización de su trabajo como en la emisión de su informe, manteniendo una actitud imparcial en todas sus funciones sin ningún tipo de influencia o perjuicio de criterios.
En relación a la competencia profesional requerida, el código de ética venezolano establece que el contador público debe poseer una cultura amplia, por eso deberá actualizar constantemente los conocimientos necesarios para su actuación profesional, y así poseer la capacidad y destreza necesaria para realizarlos tanto eficaz como satisfactoriamente, además debe aceptar, respetar, al igual que considerar a sus colegas y al gremio en general, indistintamente de la posición política, religión, raza, sexo, nacionalidad, situación económica o cualquier otra situación de discriminación que obstaculice el libre ejercicio de la profesión entre colegas o contratantes.