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EMPRENDER PARA TRANSFORMAR DESDE EL ÁMBITO UNIVERSITARIO

Dra. Magdy De las Salas

Dra. Magdy De las Salas
Investigadora CIHE

La revisión y transformación del sistema educativo venezolano, en función de la problemática que actualmente afecta a todos los sectores, constituye la punta de lanza en la intención de orientar, precisar y direccionar los requerimientos actuales y futuros hacia el desarrollo del país. En tal sentido, el rol de la universidad debe basarse, hoy día con más pertinencia que nunca, en la vinculación de una tríada compleja como lo es la educación-sociedad-cultura, con una concepción educativa en la cual se considera a las casas de estudios superiores como las formadoras de seres integrales con capacidades y habilidades en el ámbito científico-técnico, pero además, humano. Es la responsable de formar profesionales con una actitud participativa, creativa, crítica y ética, sustentada en la ciencia, los valores morales y culturales, en una realidad histórica-social en la que todos están comprometidos con su transformación.

Esta tendencia al cambio, a la transformación de la educación universitaria, a la intención de vincular la universidad con el desarrollo del país, se han acumulado con el paso de los años promoviendo propuestas de diferente naturaleza, las cuales no se han consolidado en muchos casos, debido fundamentalmente, al carácter conservador de algunas universidades nacionales.

Desde esa perspectiva, la universidad venezolana debe cumplir además con tres aspectos fundamentales: ser sostenible (mantenerse por sí misma, cumplir su actividad como universidad utilizando de manera eficiente los ingresos públicos, generando relaciones con el resto de los entes e ingresos propios); ser sustentable (la universidad hacia su entorno, transmitiendo conocimientos a la sociedad) y ser trascendente (dar cumplimiento a los elementos de responsabilidad social)

En esa búsqueda de la sustentabilidad y trascendencia, es necesario que desde el seno de las universidades surjan proyectos de emprendimiento que contribuyan a la solución de problemas en el entorno; es decir, que las acciones que se promuevan desde el ámbito académico tengan un real impacto en la mejora de la formación y producción de conocimiento, por un lado, y por otro, que sean cónsonos con las necesidades sociales.

El fenómeno emprendimiento, desde las múltiples acepciones que existen del mismo, no es más que el desarrollo de un proyecto que persigue un determinado fin económico, político o social, entre otros, y posee ciertas características, principalmente que tiene una cuota de incertidumbre y, sobre todo, de innovación.

Desde ese accionar participativo, ser emprendedor significa ser capaz de crear algo nuevo o de dar un uso diferente a algo ya existente y de esa manera generar un impacto en su propia vida y en la de la comunidad en la que habita. A su vez, a este individuo no sólo le surgen ideas, sino que también es lo suficientemente flexible como para poder adaptarlas y posee la creatividad necesaria para transformar cada acontecimiento, sea positivo o negativo, en una oportunidad.

En este escenario, se requiere que la universidad lidere la solución de los problemas nacionales desde una óptica transdisciplinaria para poder abordarlos de forma integral, articulando disciplinas y saberes. Es imperativo entonces, el desarrollo de estrategias que le permitan gerenciar académicamente los proyectos que en su seno se desarrollan, estableciendo niveles de calidad y pertinencia social de los mismos y que tales proyectos sean realmente de emprendimiento, vale decir, que generen verdaderos cambios en las comunidades.

Se trata de orientar el quehacer educativo hacia la promoción de actitudes y habilidades que tengan como fin el desarrollo integral del hombre y la convivencia social, pacífica, pluralista y democrática.

Con base a las consideraciones anteriores, se busca entender el emprendimiento más allá de la formulación, evaluación y gestión de proyectos, analizándolos desde su dimensión humana relacionada con la mentalidad transformadora y capacidad de generar nuevas ideas congruentes con la realidad social. Desde esta episteme humanística-social, el emprendimiento entendido como una práctica social susceptible de comprenderse según la expresión de la conducta humana, razón por la cual se adopta una concepción más amplia y se acepta la contribución multidisciplinar de las ciencias sociales en este campo.

La idea es promover, desde la gerencia educativa universitaria y el quehacer docente, la formulación de estrategias para estimular el desarrollo de proyectos sociales que impacten el desarrollo local y sustentable de la región, teniendo como soporte a los emprendedores de ideas.

Es necesario preparar el talento humano para tal fin, apropiarse del conocimiento del entorno, conocer las necesidades de los sectores socio-económicos y sus carencias sociales, desarrollar la capacidad innovadora, que agreguen a su mentalidad emprendedora las habilidades de comunicación eficiente que desplieguen su asociatividad y liderazgo en equipos de trabajo con responsabilidad social, formando ciudadanos productivos social y económicamente.

En el ámbito de las universidades, es mucho lo que hay que resolver en esta materia.

 

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