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ASUMIENDO LA PAZ EN LOS CENTROS UNIVERSITARIOS DESDE EL CORAZÓN: VALOR NECESARIO PARA LA CONVIVENCIA SANA

Dra. Maritza Ávila
Miembro Comité Maestría en Ciencias de la Educación

La Paz es uno de los derechos humanos que va ligado a dos de los cuatro pilares de la educación: aprender a ser y aprender a convivir, planteados por el comisionado de la UNESCO Jack Delors y deben ser instrumentados en todos los subsistemas, niveles y modalidades del Sistema Educativo venezolano. Ahora bien, es importante señalar algunos aspectos clave para interiorizar la paz en el contexto universitario especialmente, puesto que la educación es uno de los principales instrumentos para la construcción de sociedades democráticas mediante la práctica en el currículo explícito y el oculto, de la paz, el respeto a los derechos humanos y la convivencia.

Sobre este particular, el artículo 3 de la ley Orgánica de la Educación (LOE) resalta la formación de una cultura de paz, justicia social, respeto de los derechos humanos, práctica de la equidad, entre otros, de manera participativa, lo que quiere decir, que es responsabilidad de todos formarnos y formar, asumir y aplicar ese conjunto de valores para la preservación de la democracia, lo que debe darle validez a los planteamientos y políticas latinoamericanas enmarcadas en los principios en la UNESCO (2005) haciendo énfasis en la organización que ha implementado la práctica social, la paz, la solidaridad, la libertad, la democracia y el respeto por los derechos humanos considerados valores de la contemporaneidad.

Dra. Ruth Toro
Coordinadora de la Maestría en Ciencias de la Educación Mención Gerencia Educativa

Al respecto, Guedez (2006) esgrime entre sus argumentos, que los valores de la contemporaneidad, son los que cambian con las épocas y condicionan la relación del ser humano con la realidad, y que cada época es un tejido de valores que determinan el carácter, el temperamento de los diferentes momentos históricos que imprimen características específicas a las sociedades. En atención al planteamiento anterior, estamos llamados desde la Academia a asumir la práctica efectiva y sincera de la paz, viabilizando a través de la praxis educativa, didáctica y de manera tangible, la tolerancia, compresión y el respeto ante todo acto ejecutado dentro y fuera de clases, practicando la convivencia y el amor como valores fundamentales del ser.

Todo esto es positivo, sin embargo, hace falta la comprensión como uno de los valores clave para la implementación de la paz. Al respecto, destaca Guedez (2006), que es “la actitud para entender las razones que motivan las decisiones de los otros“(p.46). Hace énfasis este autor, en conocer a profundidad, penetrando en el mundo del otro para valorarlo, entrando en su realidad, asumiendo una actitud tolerante, justificando así los actos o sentimientos del otro. La comprensión va más allá de entender los motivos y circunstancias que rodean un hecho, es necesario dar más de nosotros mismos y esto es posible cuando en nuestro interior está presente la paz.

Es por esta razón que desde la Academia, la comprensión debe ser un valor que se promueva y se desarrolle en el perfil de todo profesional que se forme a nivel universitario, para que pueda afrontar todas las situaciones que emergen en la vida cotidiana personal, profesional y social de manera exitosa en el marco de la paz.

De igual manera, otro de los valores importantes para el estímulo y práctica efectiva de la paz es el diálogo, el cual resulta ser el mejor camino y la herramienta más sensible para expresarnos de manera responsable y sin violencia. Al respecto, Ávila (2012) en su artículo de Educación para la Paz, cita a Juan Pablo II (2001, p. 56), destacando lo expresado por este, durante su mensaje en la Jornada Mundial de la Paz, la urgencia de asumir el diálogo entre las culturas como “instrumento privilegiado para construir la civilización del amor”, no sólo por estar arraigado a la naturaleza de las personas, sino además, porque expresa sus rasgos más auténticos e importantes. Por tal, razón, las universidades están llamadas dentro de la formación de sus estudiantes no solo al alcance de competencias, objetivos y contenidos de su perfil profesional, sino que además promuevan experiencias para el desarrollo humano-social que garanticen y fortalezcan el diálogo como parte de las competencias ciudadanas del estudiante para su actuación eficaz como profesional, como ciudadano y como ser humano sensible a lo que ocurre a su alrededor.

 

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  1. Eliana Brito

    2 julio, 2014 at 15:36

    Qué temas tan apropiados los de esta edición, llegan en un momento de la historia nacional en el cual nuestra sociedad ya cansada de las injusticias, comienza a ensalzar el antivalor de la intolerancia (“tolerancia cero”) y el de la violencia, como panacea para salir de la crisis actual. Más allá de las reformas económicas y políticas que pudieran realizarse, creo que el origen de nuestra situación es moral y social, por lo tanto la educación es clave. Si bien es cierto que los últimos esfuerzos por dialogar no han rendido los frutos esperados, en las redes sociales puede notarse cómo es fuertemente criticado todo aquel que promueva valores de paz. La URBE ha sido objeto de estos antivalores en los últimos días así como se ha demostrado una falta de asertividad en los que la agreden, pues las casas de estudio son las perjudicadas sin que esto solucione ninguna crisis nacional, destruyendo los recintos encargados de formar a las personas para el futuro que tanto necesitamos construir. Creo que mediante una cultura de amor y paz podremos comprender que no hay triunfo posible en los actos sustentados en “pisar” al otro. La universidad ahora mas que nunca tiene una gran misión.

    Eliana Brito
    Maestrante del programa Gerencia Educativa